Al realizar una investigación sobre la vida de un escritor, un biógrafo descubre accidentalmente miles de cartas de denuncia. Escritas bajo la ocupación, están en principio exentas. Una de ellas se refiere a uno de sus propios amigos, un comerciante cuya familia ha sido deportada. ¿Quién hizo esto y obedecer qué instinto?
El culpable es alguien cercano.
Revelar su identidad sería llevar el hierro en la herida cuando tantos otros extinguirían las cenizas. También revelaría un secreto mal enterrado a riesgo de despertar viejos demonios. Podemos decir todo, pero ¿podemos escuchar todo? Meditando sobre la banalidad del mal, esta historia es la de un obsesivo que la voluntad de entender casi se volcó al otro lado del espejo.